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25 junio 2007

Cuando la poesía vuelve a sus raíces (homenaje a Darío Santillán y Maximiliano Kosteki)

Cuando la poesía vuelve a sus raíces, ejercer de cronista, de pastilla para la memoria y de estimulante social. Literaturra no pude quiere ni debe dar la espalda, por eso publicamos en forma integra este homenaje a Darío Santillán y Maximiliano Kosteki enviado por Agencia Walsh
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Homenaje a Maxi y a Darío
San Darío del andén
sin sotana ni uniforme
fuiste elegido por dios
para luchar por los pobres
mártir y héroe piquetero
bendito sea tu nombre.
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Pasión por la justicia
(pensando en Darío Santillán)
Cuando vio a las humildes mariposas del bañado
Con sus alas clavadas y quemadas
En el altar de todos los días,
Más que clamar a los dioses por justicia
O derramar nuevas lagrimas sobre los valles agotados del lamento
Quiso ser justo
Las puertas de cristal del paraíso están cerradas
Ni siquiera piedad tendrán las mariposas, se dijo
En un tiempo donde los cielos son una tierra sin luz, baldía
Y las flores del amor se pudren antes de nacer
En los bordes de las tumbas…
Quiso ser justo y ningún ángel ciego le entregó su espada
Ningún héroe antiguo le susurró secretos; ningún viento
Cálido y venturoso acaricio las velas de su navío…
A mordiscones, entre gritos de pecho desnudo y gomas quemadas
para el vuelo de los cuervos
Apenas empuñando un palo y el pañuelo palestino
Debajo de los ojos que ardían
En el grueso mar de las desdichas
Inició su odisea…
Mientras su vida navegaba sobre la cresta de las olas
Supo que hay una ciudad en las colinas de la riqueza
Donde los cuerpos devoran a los cuerpos como si fueran de oro…
Y que otra ciudad crece y crece en las espaldas de la basura
Y allí las almas lloran a las almas como si fueran el pan de dios…
Quiso ser justo y recorrió la muralla que separa las ciudades
Supo que las murallas de piedras son pasiones tristes
Y la última piedra es el silencio
Supo que las bocas del silencio jamás besan
Y que el pecado de la pobreza se paga con la muerte…
Una noche de tormenta con furiosos destellos azules
Soñó que la diosa justicia – Temis, la madre
de las parcas, la llamaban – ,
Se alzaba desde el fondo de las aguas y se escurría
Como un pez de sol entre sus sábanas frías…
Se arrimó al fuego, buscaba un abrazo. Ella se negó, con risas.
Sintió el desprecio como si fuera un gato de porcelana
Solo puedes mirarme y desearme. Mi dueño es la ley,
y el dueño de la ley es el poder, que tiene un dueño…
la muerte, que violó a mi madre, para que
yo naciera, dijo ella, y su voz de infante
pareció la seda del alba
cuando la rasga un relámpago…
Y se fue de su vida como se fue del sueño
Desnuda y ajena, igual que cuando llegó…
A caballo de la eternidad…
Abrió sus ojos de la oscuridad de una cueva de diamantes…
Detrás de los pinos tardíos el desierto se movía
Más rápido que el viento y tan frágil
Como una bailarina
Y más lejos, donde la mirada se termina entre crespones de niebla
Pudo leer el anuncio del alba: ya llega la estrella matutina…
La justicia se ofende con las pasiones, dijo, casi a gritos
hechizado por la luz, aún sin decidirse
entre el rojo y los celestes que abundaban…
Acaso el terror le haya secado los labios, dijo, más calmo
La justicia cierra su culo sobre la riqueza
y se pavonea con aires de ninfa, dijo, y se rió
como ríen los muchachos en el barrio…
Vio mil potros sudorosos al galope por las pampas y pensó
otra vez en la justicia…
Su belleza huele a cadáver pero ella no lo sabe…
Nació muerta en un tiempo de esclavos, dijo al fin,
con tristeza y agotó su cigarrillo
como quien agota la paciencia en los filos del aire…
Quiso ser justo. Volvió a su navío. A su viaje
Entre las aguas de la miseria y los barros
Del dolor que se eterniza y se muestra
Al desnudo y tan natural como la noche más noche
Donde ni siquiera brilla el consuelo de la luna…
Quiso ser justo. Allí estaban las fábricas cerradas,
Las escuelas caídas como hojas del peor invierno, ayer doradas,
Y los hospitales con sus madres y sus niños en colas infinitas
Que poco alivian los rezos y las maldiciones
Allí estaban la prostitución y el pegamento
para las criaturas que cruzan la puerta del infierno
Allí, bajo las ramas raquíticas y las ochavas mojadas
se veían los colchones de jirones, de fantasmas,
para que los viejos entre toses y gargajos
amarillos tengan el último de los sueños negros…
Quiso ser justo y abrió su corazón a todas las lluvias…
Con la inocencia del recién nacido
Era el fervor de quien decide mover el mundo
Día tras día… hora por hora…
Hasta lograr con sus manos el milagro…
Quiso ser justo allí donde lo justo escasea como los lirios en el potrero
Eligió por puerto un barrio donde sólo abundan los caminos
Que llevan al cementerio
Trabajó duro en la bloquera (lo más duro fue organizarla)
Trabajó duro levantando la salita de salud y la biblioteca
Trabajó duro moviendo las conciencias
En el pueblerío duro del sur
Quiso ser justo: o sea que su acción diera sentido
a la idea primigenia de la vida,
la que mueve las almas y los sueños;
o sea darle finalidad de bien común
a la reproducción material de la existencia,
para que el gozo de lo creado
detrás de la necesidad,
en pos de la belleza,
no lo pervierta el valor de cambio,
tampoco lo espante la usura;
Y más aún: que la igualdad en las dichas
de la vida resulte la más dicha,
en el viaje de los cuerpos amorosos
que trepan a sus navíos…
Quiso ser justo y cuando el hambre no tuvo respuesta
Recogió piedras para acompañar las palabras – y las palabras
fueron más limpias y más sonoras –
Y cortó las calles, las rutas y los puentes
para no cortar
el dulce hilo de la vida
Y sonrió con la bella arrogancia del justo: no somos
elefantes para morir en soledad, dijo
Aunque cierren los ojos y nos desprecien, aquí estamos…
Aunque nos declaren la guerra seguimos en el viaje, dijo
Y junto a sus compañeros del barrio que cuidaban su navío
Alzó sus manos con palos hacia el cielo
Como si fueran la corona triunfante de la tierra…
Esa mañana como nunca la gente del reclamo a flor de piel estaba allí
con tantas cicatrices como mil colores
Sobre los cuerpos sin artificio
También como nunca las fuerzas del poder los esperaban,
Arteros en lo suyo,
Preparados para una guerra en el espacio
Quiso ser justo entre los justos
Rabioso, con toda la espuma del amanecer
Amenazante, listo para pisotear la cabeza del monstruo
Otra vez la historia se obstinó en mostrar
Que las armas en manos del poder
Pueden más que los corazones desarmados…
Quiso ser justo entre los justos
Ayudó como pudo en el desorden de la retirada
Cuidó a los más desesperados
Dio aliento al que sufría las heridas (eran balas de goma
y después de plomo)
Siguió siendo justo con ojos desencajados
Por los gases y las visiones del dolor
Ardía, era muy joven, no había bebido los alegres vinos
en la noche de bodas,
Sintió que vivía las vísperas del adiós
Estaba marcado y lo perseguían
Apenas tuvo tiempo de tomar la mano del compañero en agonías
No es bueno que muera en soledad…
Es necesario que alguien sostenga su mirada…
Es justo morir a su lado, acaso dijo…
… Dio su espalda a la partida de asesinos
Los tiros fueron muchos y sintió que una nube de brazos
lo subían otra vez a su navío
Y mientras los vientos y las aguas lo llevaban del este hacia el oeste
Vio como las rojas y amarillas, humildes mariposas del bañado
Nunca antes tan brillantes
Rompían con sus alas
Las puertas de cristal del paraíso…
Vicente Zito Lema, otoño de 2005

El Infierno Verdadero
Entre las 5 y las 7,
cada día,
ves a un compañero caer.
No pueden cambiar lo que pasó.
El compañero cae,
y ni la mueca de dolor se le puede apagar,
ni el nombre,
o rostros,
o sueños,
con los que el compañero cortaba la tristeza
con su tijera de oro,
separaba,
a la orilla de un hombre,
o una mujer.
Le juntaba todo el sufrimiento
para sentarlo en su corazón
debajito de un árbol
El mundo llora pidiendo comida
Tanto dolor tiene en la boca
Es dolor que necesita porvenir
El compañero cambiaba al mundo
y le ponía pañales de horizonte.
Ahora, lo ves morir,
cada día.
Pensás que así vive.
Que anda arrastrando
un pedazo de cielo
con las sombras del alba,
donde, entre las 5 y las 7,
cada día,
vuelve a caer, tapado de infinito
Juan Gelman

Junio
A Darío Santillán y Maximiliano Kosteki in memoriam.
A todos los que nos dignifican con su lucha.
Lo que va a pasar hoy pasó hace tanto
me desperté diciendo esta mañana,
no vi las predicciones del espanto
que le arrancaba al sueño mi palabra.
En este invierno que pega tan duro
está lejos tu boca que me ama
y se me desdibuja en el futuro,
y junio me arde rojo aquí en la espalda.
En este invierno atroz no hay escenario
más duro que esta calle de llovizna;
cada uno sigue en ella su calvario
pero la cruz de todos es la misma.
Salí con las razones de la fiebre
y una tristeza absurda como el hambre,
y cuando en el corazón la sangre hierve
es de esperar que se derrame sangre.
Me llamo con el nombre que me dieron,
el que tomó la crónica del día;
soy uno de los dos que ya partieron,
los dos en un montón que resistían.
Hermano en la delgada línea roja
que te me fuiste dos minutos antes
con la indiscreta muerte que en tu boca
entraba en cada casa con tu imagen.
Yo estaba junto a vos sobre tu grito
besándote feroz la indigna muerte
mientras te ibas volando al infinito
fulgor de la mañana indiferente...
Yo sé que el corazón que está latiendo
en cada uno es una senda pedregosa,
cuando en el suelo sucio me estoy yendo,
ajeno y solo de todas las cosas.
Si yo salí por mí y salí por todos
cómo es que ahora no hay nadie aquí a mi lado
que me retenga la luz en los ojos,
que contenga este río colorado.
El corazón del hombre es una senda
más áspera que la piedra desnuda;
mi extenso corazón es una ofrenda
que pierde sangre en esta calle cruda.
Yo tengo un nombre rojo de piquete
y un apellido muerto de veinte años,
y encima las miradas insolentes
de los perros oscuros del cadalso.
Yo no llevaba un arma entre las manos
sino en el franco pecho dolorido,
y el pecho es lo que me vieron armado
y en el corazón todos los peligros.
La mano que me mata no me llega
ni al límite más bajo de mi hombría
aunque me arrastren rojo en las veredas
con una flor abierta a sangre fría.
Hoy necesito un canto piquetero
que me devuelva la voz silenciada,
que me abra por la noche algún sendero
pa' que vuelva mi vida enamorada...
Jorge Fandermole
Son los sueños todavía
Tú subías desde el Cono Sur
y venías desde antes,
con el amor al mundo bien adentro.
Fue una estrella que te puso aquí
y te hizo de este pueblo.
De gratitud nacieron muchos hombres
que igual que tú, no querían que te fueras
y son otros desde entonces.
Yo sabía bien que ibas a volver,
que ibas a volver de cualquier lugar,
porque el dolor no ha matado a la utopía,
porque el amor es eterno
y la gente que te ama no te olvida.
Tú sabías bien desde aquella vez
que ibas a crecer que ibas a quedar,
porque la fe clara limpia las heridas,
porque tu espíritu es humilde
y reencarnas en los pobres y en sus vidas.
Son los sueños todavía
los que tiran de la gente
como un imán que los une cada día.
No se trata de molinos,
no se trata de un Quijote,
algo se templa en el alma de los hombres,
una virtud que se eleva por encima
de los títulos y nombres.
Gerardo Alfonso
El Pibe De Mi Barrio
Pueden quitarte la vida de un tiro como a Santillán,
por ayudar a un caído, por reclamar igualdad.
La igualdad de querer comer comida digna,
y no sobras de basura de restaurante.
La validez de mi ideología frente a la de los demás,
porque mi ideal es poder expresarme en libertad.
La culpa no es de piqueteros,
su reclamo es todo legal.
La culpa es de los que vendieron
el país con impunidad.
Prefiero ser este hippie vagabundo
y no un gatillo fácil como vos.
Cuidado, mi amor, que nos cagan a tiros,
por pretender vivir con dignidad.
Nos cagan a tiros por pretender vivir con dignidad.
Nos cagan a tiros por pretender vivir con dignidad.
Nos cagan a tiros por pretender vivir con dignidad.
Nos cagan a tiros por pretender vivir con dignidad.
Nos cagan a tiros por pretender vivir.
Nos cagan a tiros por pretender vivir.
Nos cagan a tiros por pretender vivir con dignidad
Fabián Mateos

La Risa De Los Necios
Nada de esto ha terminado
Recién comienza lo mejor
Si crees esto amigo
Ven y canta, canta esta canción.
No ven que detrás de mi vienen otros
Que cantan aún más claro que yo
Y ellos harán partir un mundo
Un mundo libre de odios
De protestas, de rencor
Confraternizando frente al dolor
Y nadie se rinda sin reivindicar
A nuestras flores, regadas con sal
Y a la risa de los necios
Sólo le resta unos días más
Obligan a la tormenta
A transformarse en el ojo de un huracán
Soberbios, no ven que hay otros
Que cantan aún más claro que yo
Por ellos existen mis versos
Y si en la mañana me matan
En la noche me volveré a levantar
Porque me llaman Maxi
Me llaman Darío Santillán
Nadie se rinda sin reivindicar
Al gesto noble, flores!
Eterna Inocencia

##
Avellaneda
Dicen que la historia es muy compleja
para mi la historia
se resume en una escena.
De un lado el pueblo en marcha y sus banderas...
Un hombre abraza a otro en agonía,
la estación crece en uniformes. Dos disparos.

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