Cuando se va uno de los buenos el mundo nos resulta traicionero.
Para el Gordo Ariel.
MALDIGO DEL ALTO CIELO
maldigo los azulejos de éste y los del arroyuelo,
maldigo del bajo suelo la piedra con sus contornos
maldigo el fuego del horno porque mi alma está de luto.
Maldigo los estatutos del tiempo, con su bochorno,
¡Cuánto será mi dolor!
Maldigo la cordillera de los Andes y de la costa,
maldigo toda la angosta y larga faja de tierra,
también la paz y la guerra, lo franco y lo veleidoso
y tambien lo perfumoso por que mi anhelo está muerto.
Maldigo todo lo falso y lo cierto con lo dudoso,
¡Cuánto será mi dolor!
Maldigo la primavera con sus jardines en flor
y del otoño el color, yo lo maldigo de veras.
Y la nube pasajera, la maldigo tanto y tanto
porque padezco un quebranto, maldigo el invierno entero.
Con el verano sincero maldigo, profano y santo.
¡Grande será mi dolor!
Maldigo la solitaria figura de la bandera,
maldigo cualquier emblema, la venus y la araucaria.
El trino de la canaria, el cosmos con sus planetas,
la tierra y todas sus grietas porque me aqueja un pesar,
Maldigo del ancho mar sus puertos y sus caletas.
¡Grande será mi dolor!
Maldigo luna y paisaje, los pueblos y los desiertos,
maldigo muerto por muerto, y el vivo de rey a paje.
Las aves con su plumaje, las maldigo a sangre fría,
las aulas, las sacristías porque me aqueja un dolor.
Maldigo el vocablo amor con toda su brujería,
¡Cuánto será mi dolor!
Maldigo por fin lo blanco, lo negro con lo amarillo,
obispos y monaguillos, ministros y predicandos.
Yo los maldigo cantando, lo libre y lo prisionero,
lo dulce y lo pendenciero, yo pongo mi maldición,
en griego y en español por culpa de un traicionero.
¡Cuánto será mi dolor!
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